¡ Qué infortunio !
¡ qué desazón !
¿ por qué ha de hablar siempre por mí el corazón ?
Me ha traído mil disgustos,
lo meteré en un cajón
y dejaré actuar
a la razón.
¡ Cuántas veces lo hemos querido ignorar !
por despecho,
por ufanidad,
pero ahí sigue el amor,
terco
inapenable
haciéndonos llorar.
El sueño nos quita,
al llanto nos incita,
una sonrisa estimula,
una mentira anula.
Y es que el amor se siente,
se siente
y no te deja pensar.
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